Sigo tumbada boca arriba, mi largo pelo extendido por el césped a la vez que mis manos lo acarician suavemente. Cierro los ojos y me doy cuenta de que la brisa no es el único sonido que se puede apreciar, al lado izquierdo, tras los pinos, hay un pequeño riachuelo. Oigo el agua, me levanto y me encamino hacia ella mientras mi largo vestido blanco ondea suavemente. Extiendo el brazo para poder rozar aquella agua fría, cuando de repente, un sonido extraño y desconocido surge de alguna parte del alrededor, me giro sobresaltada, pero ahí no hay nada. Cuando me vuelvo otra vez hacia el riachuelo no sé cómo ni cuándo, pero resbalo y caigo.
Tengo una sensación de ahogo, como si me faltara el aire; un instante después, despierto. No creo lo que veo, miro hacia todos lados y solo veo agua. ¿Qué es esto?; ¿estoy en medio del mar? Pero, ¿cómo y por qué?
Los cabellos mojados se me pegan a la cara y mi piel está salada; el vestido blanco me pesa bajo el agua, así que decido quitármelo ahí mismo. Unos pocos metros mas allá (donde creía haber visto solo agua) veo una pequeña isla. Desesperada nado hacia ella. Cuando llego a la orilla, me siento en la cálida arena y observo que el agua de aquel mar u océano desconocido es demasiado cristalina y de un tono precioso azul turquesa. Intuyo que estoy en algún lugar del Caribe; la blanca arena, la selva en el centro de aquella isla, ese agua tan clara...
Me recuesto en la arena cerrando los ojos, los rayos de sol me vuelven a dar en la cara, me siento cálida y a gusto.
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