jueves, 21 de enero de 2010

Rostros literarios: Poesía posterior a 1936


Pere Gimferrer
Pablo Neruda


Desnuda eres tan simple como una de tus manos,
Lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente,
Tienes líneas de luna, caminos de manzana,
Desnuda eres delgada como el trigo desnudo.

Desnuda eres azul como la noche en Cuba,
Tienes enredaderas y estrellas en el pelo,
Desnuda eres enorme y amarilla
Como el verano en una iglesia de oro.

Desnuda eres pequeña como una de tus uñas,
Curva, sutil, rosada hasta que nace el día
Y te metes en el subterráneo del mundo
Como en un largo túnel de trajes y trabajos:
Tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
Y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.
Miguel Hernández

Me sobra el corazón

Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato.

Hoy reverdece aquella espina seca,
hoy es día de llantos de mi reino,
hoy descarga en mi pecho el desaliento
plomo desalentado.

No puedo con mi estrella.
Y busco la muerte por las manos
mirando con cariño las navajas,
y recuerdo aquel hacha compañera,
y pienso en los más altos campanarios
para un salto mortal serenamente.

Si no fuera ¿por qué?... no sé por qué,
mi corazón escribiría una postrera carta,
una carta que llevo allí metida,
haría un tintero de mi corazón,
una fuente de sílabas, de adioses y regalos,
y ahí te quedas, al mundo le diría.

Yo nací en mala luna.
Tengo la pena de una sola pena
que vale más que toda la alegría.

Un amor me ha dejado con los brazos caídos
y no puedo tenderlos hacia más.
¿No veis mi boca qué desengañada,
qué inconformes mis ojos?

Cuanto más me contemplo más me aflijo:
cortar este dolor ¿con qué tijeras?

Ayer, mañana, hoy
padeciendo por todo
mi corazón, pecera melancólica,
penal de ruiseñores moribundos.

Me sobra corazón.

Hoy, descorazonarme,
yo el más corazonado de los hombres,
y por el más, también el más amargo.

No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.
Leopoldo Panero
José Hierro
Jaime Gil de Biedma
Gabriel Celaya

"Llueve y llueve.
¿Qué delicia sentirse en lo fluyente,
ser un hombre corriente-

Llueve: Fiel definición
de lo que empieza y no acaba,
divinamente sin yo.

Llueve y llueve, y llueve. Llueve,
llueve con constancia, ¿amor
de lo que siempre vuelve!

Llueve y llueve. Nada pasa.
Es decir, pasa la nada.
Llueve tan, tan de verdad, que se descansa.

Llueve sin más. Llueve tonto.
¡Mal tiempo!, dice la gente que vino a veranear.
¡Ay qué buen tiempo sin tiempo!, digo yo.

..... "


Educar es lo mismo
que poner un motor
a una barca...
Hay que medir, pesar,
equilibrar...
... Y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar
en el alma
un poco de marino
un poco de pirata...
un poco de poeta...
y un kilo y medio de
paciencia concentrada.
Pero es consolador
soñar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño
irá muy lejos por
el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga
de palabras
hacia puertos distantes,
Carlos Bousoño
Blas de Otero


Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
!Ángel con grandes alas de cadenas!
Luis Rosales
Ángel González

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