martes, 25 de marzo de 2014

"Infancia" de Ana Baratas

Eso sí que eran buenos tiempos. Nuestras mayores preocupaciones eran, por ejemplo, no saber en qué esquina del folio dibujar el Sol. Celebrar nuestros cumpleaños a lo grande, dormirnos en el sofá y despertarnos en la cama, los punzones que utilizábamos para recortar nuestras obras de arte...
Las pocas heridas que teníamos estaban en las rodillas, no en el corazón, ¿y qué me decís de dormir nueve preciosas horas y no tener exámenes? Cualquiera diría que fue ayer, pero míranos, cada vez crecemos más rápido y el tiempo pasa sin darnos cuenta. Lo peor que podía pasarnos era que no nos gustase mucho el regalo del Happy Meal, no teníamos que preocuparnos de ningún problema ya que no teníamos, y como bien dicen, mayor es tu felicidad cuanto mayor es tu ignorancia. Ser siempre el centro de atención en las comidas familiares era más que una rutina, y esos enfados tontos por no querer comernos las verduras nunca cesaban. 
La inflexible amistad que podíamos tener con nuestros amigos mejor ni mencionarla; pasarse los recreos jugando con los famosos tazos siempre era nuestra mejor opción, pero sin olvidarnos de que en casa nos esperaba el cuardernillo de Rubio como tarea. Y aun así, ahora hemos llegado comprender del todo por qué Peter Pan no quería crecer. ¿Qué ha sido de las tizas y de esperar con ansia a los Reyes Magos? Eso sí que eran buenos tiempos.

jueves, 13 de marzo de 2014

"La esquina doblada" de Belén de Sebastián

Era una tarde de invierno, estaba en mi cuarto, sola y como siempre decidí tumbarme en la cama a escuchar música. Después de unas cuantas canciones llegó mi canción favorita, esa que me hace pensar en todo, y sin querer empecé a pensar en él.
Empecé a pensar en sus ojos, sí,  esos que me podía pasar horas y horas mirándolos sin cansarme, ese marrón oscuro que tanto le pega; luego pensé en su sonrisa y en todas aquellas veces en las que me había quedado hipnotizada por ella, su forma de ser, la forma en la que me pedía perdón, cuando me picaba o cuando me decía "venga boba, que para mí eres la única". Se formó de nuevo ese nudo en la garganta y sentí cómo empezaban a resbalar las lágrimas por mis mejillas. Seguí pensando en todos esos momentos a su lado, todas esas tardes que pasábamos juntos. Sí, pasábamos. Después de recordar todo esto, pensé: Le sigues queriendo, no te lo niegues. Intentando pasar página, escribir otro capítulo en mi vida, pero este capítulo siempre se queda con una esquina doblada, porque es mi preferido.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Entrega de premios del Concurso Literario del Colegio Salesianas, Plaza de Castilla

Ayer martes 11 de marzo tuvo lugar en el Colegio Nuestra Señora del Pilar (Salesianas - Plaza de Castilla) la entrega de los premios del Primer Concurso de Creación Literaria, certamen al que se presentaron más de 500 obras. En el palmarés tres alumnas de nuestro Colegio Peñalvento tuvieron el honor de recibir el Segundo Premio y dos Diplomas por haber llegado hasta la fase final de selección. Las galardonadas fueron, respectivamente, Celia Álvarez, Elizabeth Burch y Ana Baratas, todas ellas alumnas de 3º de la ESO. En el acto, que tuvo lugar en el salón de actos del colegio madrileño, estuvieron presentes gran parte de los premiados, así como representantes de la mayoría de los colegios participantes.

lunes, 10 de marzo de 2014

"Parte de un sueño" de Ana Baratas. Relato ganador de Diploma en el Concurso Literario del Colegio Nuestra Sra. del Pilar - Salesianas

Eran las 3 de la madrugada. La melodía del teléfono móvil me despertó de repente. A duras penas distinguí el nombre de quien osaba molestarme a una hora tan impropia. El sobresalto fue mayúsculo. En el display pude leer claramente un nombre: MIGUELITO. La cosa podía haber quedado en una broma de mal gusto por parte de un graciosillo, si no hubiera sido porque Miguelito había desaparecido en una zobiac frente a las costas mauritanas dos años antes. 
Sin saber muy bien porqué, decidí devolverle la llamada. Al fin y al cabo, era mi hermano. Fue muy inocente por mi parte pensar que alguien respondería, él si no era mucho pedir. Ese silencio al otro lado del dispositivo dolió más que ningún otro. Pasaban las horas y no conseguía conciliar el sueño. Sin percatarme recordé ese día. Cuando nació fue todo un honor ponerle el apodo de 'Miguelito'. Desde entonces todo conocido le llamaba así. Yo era la mayor y debía protegerle como tal. Mi conciencia no estaba tranquila, no me resultaba fácil creer que no era un tanto culpable, debería haberlo evitado. Inesperadamente, el molesto ruido de un SMS me sacó de mi nube. Tan rápido como pude, me dirigí veloz hacia el teléfono móvil. Era anónimo y lo único que contenía era una simple dirección. 
No me lo pensé dos veces; me levanté y me dispuse a prepararme. Únicamente me apropié de lo necesario: todo el valor del que disponía. No tardaría mucho en amanecer. Decidí escribir en el GPS del móvil la desdichada dirección y comenzar a andar, cuando apareció una advertencia: DIRECCIÓN INEXISTENTE. No lograba comprender del todo lo que estaba sucediendo; de un momento a otro la única pista que tenía había desaparecido. Ya no tenía nada, pero una parte de mí pensaba si en algún instante había llegado a tener algo. Todo era tan extraño. No me quedaba otra opción que volver a casa y evitar pensar en lo ocurrido. Me era imposible no darle vueltas a la dirección; ¿por qué iba alguien a enviarme una dirección equivocada? Mientras pensaba en ello, me acordé de la vieja biblioteca del pueblo. Había sido demolida hace ya unos años por sus consumidas instalaciones. Era nuestro lugar favorito, nos pasábamos allí el día, juntos. 
Y, efectivamente, esa era la dirección que tenía antes de ser demolida, la del SMS. Corrí y corrí como nunca lo había hecho y desaté las pocas fuerzas que me quedaban. Tuve suerte de que no estaba muy lejos y el pueblo no era especialmente grande. Las calles estaban desiertas como lo solía estar la biblioteca; era nuestro pequeño escondite. No podía pensar en otra cosa que no fuera correr rumbo a la biblioteca, o a lo que quedaba de ella. Una vez allí, ya no había nada, solo una triste parcela. Por un momento lo dudé. Dudé haber visto a alguien sosteniéndose en pie en medio del terreno dándome la espalda.
-¿Miguel?- dije confiando en obtener una respuesta.
Acto seguido, el sujeto se giró. Era él. Quise abalanzarme sobre él y disculparme por no haber sabido ejercer mi papel de hermana mayor, cuando todo se volvió oscuro. Su imagen se veía cada vez más y más lejana y se podía escuchar con claridad una voz suave y aguda.
-Cariño, es la hora.- decía.
Parece ser que todo había sido parte de un sueño. Mamá me despertó para no llegar tarde al evento. Qué triste fue asistir a un funeral sin cuerpo alguno.

sábado, 8 de marzo de 2014

Premios del Concurso de Relato Corto del Colegio Nuestra Sra. del Pilar - Salesianas

Celia Álvarez, Elizabeth Burch y Ana Baratas han sido galardonadas este pasado viernes con el Segundo Premio y con dos Diplomas, respectivamente, en el Concurso de Relato Corto del Colegio Nuestra Señora del Pilar de Plaza de Castilla. Un reconocimiento a la calidad de sus creaciones y un evidente estímulo no sólo para sus emocionados compañeros sino también para todos aquellos jóvenes autores que inician, con mayor o menor incertidumbre, el tortuoso pero apasionante camino de la producción literaria. Desde Literaturaesoblog, nuestra más sincera enhorabuena a las tres flamantes ganadoras, y, cómo no, a todos aquellos anónimos participantes que esperan que las mieles del éxito llamen a sus puertas.

viernes, 7 de marzo de 2014

"Viaje al otro lado" de Celia Álvarez. Relato ganador del 2º Premio del Concurso Literario del Colegio Nuestra Sra. del Pilar - Salesianas

Eran las tres de la madrugada. La melodía del teléfono móvil me despertó de repente. A duras penas distinguí el nombre de quien osaba molestarme a una hora tan impropia. El sobresalto fue mayúsculo. En el display pude leer claramente un nombre: MIGUELITO. La cosa podría haber quedado en una broma de mal gusto por parte de un graciosillo, si no hubiera sido porque Miguelito había desaparecido en una zodiac frente a las costas mauritanas dos años antes. Y aun así, si hubiera sido una escritora normal, podría haberme engañado a mí misma, haciéndome creer que era un milagro y un futuro libro de éxito. La diferencia era, que yo sabía que jamás volvería. ¿La razón? Solía mantener agradables conversaciones con los muertos y en este mundillo, las noticias vuelan.
-¿Los fantasmas olvidáis la importancia de dormir de los vivos? –dije al descolgar.
-Da gusto volver a oírte, Clarita. –respondió irónico Miguelito-. Bien Clara, escucha atentamente porque no tengo mucho tiempo… ¿Recuerdas por qué tuve que viajar a Mauritania? -no respondí-. Ya veo que no… Pues verás, yo había descubierto la existencia de una tabla rúnica en Mauritania. Inexplicablemente, me ahogué y por culpa de la tabla, no he podido dejar este mundo. Resulta que, en teoría, la tabla atrapa fantasmas si se deja algo del difunto junto a él. Irónicamente, yo he corroborado eso y es donde está mi cuerpo. Durante dos años, he intentado recuperar mi móvil para usar mis poderes de fantasma y llamarte a ti, concretamente. Y bien, Clarita, ¿vendrás a salvarme?
-¿De verdad quieres que vaya, ahora, a Mauritania, a mover tu cuerpo del fondo del océano? ¡DIME QUE ES UNA BROMA!
-Sé que vendrás, Clarita. Pero, cuídate de los guardianes…-se cortó la llamada.
Varias horas después, estaba en un avión rumbo a Nuakchot, determinando la última ruta de Miguelito. Al llegar, tuve claro que mi mejor opción era ir a un hotel a recupera algunas horas de sueño. Cuando me sentí más descansada, decidí ir al puerto, a coger un buzo y una lancha y terminar con este viajecito de una vez. Tuve la enorme suerte de encontrarme al antiguo ayudante de Miguelito, Ahmed. Él, amablemente, se ofreció a llevarme hasta donde había ido mi viejo amigo, al ver que estaba interesada en la investigación de la tabla rúnica. El trayecto en la lancha fue corto, pero pude pensar en mi última conversación con Miguelito. Había intentado decirme algo, ¿pero el qué? ¿Sería algo de vital importancia para mi viaje? Descarté esa opción. Seguro que era una tontería.
Minutos después, la lancha se detuvo y me zambullí en el agua. No tardé demasiado en ver la zodiac, lo que parecía un cuerpo y la tabla rúnica, todo envuelto en un halo verdoso. Ese era el motivo por el cual no habían encontrado ningún rastro de mi amigo. La tabla ejercía una influencia sobre las cosas que entraban en contacto con ella, haciéndolas desaparecer. Excepto para mí. Lógicamente, moví la tabla y entonces, apareció Miguelito.
-¡Clara sal de aquí ahora! –exclamó, antes de desvanecerse. Entonces, mi mente evocó unas últimas palabras: “el guardián...” Mientras mis pulmones se llenaban de agua, comprendí que nada había sido cosa del azar. Al final, caí en la oscuridad…

Ojalá mi muerte hubiera sido tan rápida como suena. Desgraciadamente, Ahmed era un honorable guardián de objetos tribales de Mauritana y, Miguelito y yo, por meternos donde no nos llaman, habíamos acabado en el otro barrio. No obstante, Ahmed ignora una cosa: ha asesinado a una observadora de fantasmas con ansias de venganza.