viernes, 15 de noviembre de 2013

"La última palabra. Parte 2" de Celia Álvarez

Si bien mi infancia no tiene mayor relevancia, determinó la persona que soy. Lo principal, es que jamás me he parecido al estereotipo de héroe protagonista. Nunca he sido muy guapo ni fuerte. Tampoco era muy popular en el colegio, sino más bien, tímido y reservado. Si deseas hacerte una idea de quién soy, buen lector, piensa en un chico de pelo negro alborotado, con ojos oscuros y pequeños detrás de unas gafas, piel blanca, delgadito y no muy alto. Como ya he dicho, poca cosa…
Tenía alrededor de veinte años y viva en Cardiff, Gales; en un piso sencillo, solo e intentando no llamar la atención, por lo que no hacía muchas cosas. Mis padres habían muerto con la primera tanda de rebeldes que el gobierno mando asesinar a modo de enseñanza para los demás. Yo no me uní a ellos porque insistieron en que debía mantenerme a salvo. Me protegieron como los buenos padres que eran.
Cierta tarde de un día de noviembre, estaba tranquilamente en casa, leyendo un libro cuyo título no recuerdo. De improviso, alguien llamó a la puerta. Me levanté y miré por la mirilla. Eran cinco hombres trajeados con mala cara. Todo apuntaba a que eran del gobierno y venían a por mí. Para conectarme a “la máquina”. Ignoraba porque motivo, pero tenía esa certeza.
Ahogué una exclamación de terror. Para cuando quise reaccionar, ya habían echado la puerta abajo. Cuatro trajeados me apuntaron con sus armas, mientras el quinto me dirigía la palabra. No recuerdo todo lo que dijo, pero hablaba del honor que recibiría solo por ser excepcional y que sería mayor si les acompañaba. Yo no era estúpido, por lo que me negué a ir con él. Busqué con la mirada una vía de escape. No hallé ninguna. En un intento desesperado, corrí hacia la puerta, intentando abrirme paso entre aquellos hombres y sin mucho éxito. Dos de ellos me cogieron de los brazos y caí de bruces al suelo. Intentando ponerme en pie, para seguir corriendo, lograron inmovilizarme. Me pusieron en pie para que saliéramos de mi apartamento. Sin embargo, de pronto, un grupo de varias personas lideradas por una mujer de piel de ébano, irrumpieron en mi casa. Los recién llegados hicieron que mis captores dejaran de prestarme atención y ambos grupos empezaron a forcejear. En el transcurso de dicha pelea, alguien me golpeó y caí inconsciente en el acto.

Me desperté horas después. Estaba bastante confuso, pero me percaté de que había alguien conmigo. Una joven rubia, a la cual jamás creí capaz, en ese instante, de cambiar mi vida. Rose.

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