Una vez empezamos a caminar el tiempo corría rápidamente; necesitábamos llegar al viejo abeto a tiempo para investigar antes de tener que volver al campamento.
En la zona en la que se suponía que se encontraba el árbol nos resultó fácil encontrarlo, era el único abeto de la zona y resaltaba en el bosque de encinas.
Nos acercamos a este y se podía distinguir una pequeña inscripción en la corteza que ponía: “este es el comienzo de un gran final”. Nos quedamos sin habla, no podíamos creer que fuera el árbol de verdad. Dimos unas vueltas alrededor de este para ver si había una señal o marca que nos indicara el camino hacia el dinero. No encontramos nada. Decepcionados, finalmente nos íbamos a ir cuando sonó un fuerte estruendo y un grito de Jano nos recorrió la espalda a todos. Nos dimos la vuelta y no estaba; en su lugar había un gran agujero. Se podía distinguir su silueta al fondo de este. Le llamamos y este no respondía; nos respondió que estaba bien, que no nos preocupáramos y que le diéramos una linterna.
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