lunes, 9 de abril de 2018

"El libro sin retorno" de Carlos López

Aquel iba a ser un fin de semana para descansar de folios, libros y apuntes que los habían tenido atrapados esos últimos días de evaluación. Por fin escaparían de  una rutina intensa y aplastante. Kaneki, Alan y Dan instalaron la tienda de campaña y decidieron conocer los alrededores de aquel paisaje lleno de vegetación y espesura. Alan, que había sido scout, reconocía alguna que otra señal del paso de excursionistas por allí, por ello decidieron seguir los pequeños montículos de cantos que les indicaban una ruta. Aquello parecía prometedor, quizá el camino hacia una aventura. El canto insistente de un pájaro los hizo salirse de su trayecto y los atrajo hacia un árbol especialmente frondoso; era un lugar idóneo para descansar y beber agua. Al tumbarse en la hierba, Dan se fijó en las ramas que apuntaban al cielo soleado y se sorprendió al ver algo colgado de una rama. Era una mochila desgastada por la luz y el tiempo, que parecía esperarlos allí desde hacía mucho tiempo.
               Alan, ayudado por sus amigos, logró descolgarla y se abalanzaron sobre ella presos de curiosidad. Dentro hallaron objetos de un montañero y, entre ellos, destacaba un viejo libro con cubierta y papel antiguos, cuyo título era La montaña maldita. Como el día ya declinaba, iniciaron la vuelta al campamento con la idea única de leer el libro al calor de la hoguera.
               Tras la cena, Kaneki, que era gran amante de la literatura, decidió leerles la historia en alto. Se desarrollaba en un paraje oscuro, envuelto en misterio y sombras como aquellas que los rodeaban esa noche. Conforme avanzaban las líneas del libro se sentían más y más cautivados por la trama en la que los tres protagonistas del relato vivían una noche interminable perseguidos por una bestia en medio de las sombras entre rocas y árboles. Los sonidos nocturnos que el libro describía eran semejantes a los que sonaban en las inmediaciones de la hoguera, por ello les invadió el miedo, pero no podían parar de leer. Cuanto más se adentraban en la historia, más se parecían los ruidos, las sombras y las sensaciones a las que percibían alrededor. Los protagonistas del libro, huían de unos gruñidos que les pisaban los talones y aunque apuntaban con sus linternas en todas direcciones, no lograban ver ninguna presencia. Siempre habían oído hablar de “la criatura” de la montaña y se habían reído, pero esa noche iba a cambiar sus vidas para siempre. Kaneki, Alan y Dan se sentían sobrecogidos por el misterio de la historia, atrapados en el mismo miedo que los protagonistas y presos del pánico, oyeron pasos más allá de las sombras que proyectaba la hoguera. Eran pesados y lentos, acompañados de una respiración casi ahogada y agobiante. Dan, cogió un palo y lo encendió, decidido a alumbrar la zona de donde provenían; sus amigos lo siguieron con linternas sin soltar el libro porque ya no se podían separar de él.
Continuara…




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