Mi melena pelirroja se mueve por la carretera de Madrid, mis pensamientos se desvían a mil imágenes que viví, una etapa dura en las calles de Madrid, donde quererte era sobrevivir; si desde que te fuiste todo ha cambiado, nuestros bares se han apagado, a la navidad le faltó alegría, dos turrones y tu gran melancolía. Me volví una suicida de tu recuerdo permanente, parecía como si todavía estuvieras presente. Tengo en mi mente tus dibujos guardados, la sexta sinfonía de una pieza que no se ha tocado, tus viejas partituras y tu piano de regalo; fumo tus recuerdos con la base de Mecano. Es un querer tenerte y no estar a mi lado; llevo miles de rosas a nuestro sitio encantado, me acuerdo todavía de tu adictiva melodía, esa que cantabas cuando apenas te oía. Tengo grabado a fuego todos tus lamentos, todas esas palabras que se las llevó el viento, aquellas señales de Madrid que me indicaban el camino hacía ti. Voy a mil kilómetros por hora en la carretera de Valladolid, me marcho por un tiempo, me despido de mi queridísimo Madrid, me alejo de la ciudad, sin mirar atrás. Una lágrima de valentía empaña mi cristal.
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