Después de no haber dormido aquella noche, me vestí, me
cepillé el pelo y bajé a desayunar. Mi madre me había hecho una tostada de
mermelada de fresa y me había preparado
un vaso de leche caliente. Ella ya se había ido a trabajar, lo que me permitía
hacer de detective por mi patio para buscar algún tipo de de huella y allí
estaba, una huella perfecta de deportiva. Lo malo es que, en mi instituto,
todos los chicos llevaban deportivas pero, las que estaban en mi jardín, eran
de la marca “Asics”.
Sólo cinco chicos de mi clase llevaban esta marca de
zapatillas y así fue más fácil encontrar al chico que estuvo ayer en mi casa.
De momento solo sabía que quien me estaba mirando ayer por la noche era un
chico y que, seguramente, era de mi clase.
Cuando las clases se acabaron, me marché a casa y mientras paseaba,
imaginé que sería el futbolista más guapo de mi clase que solía llevar “Asics”.
En aquel momento, me ilusioné; dicha ilusión me salía por los poros y mi corazón
iba a mil por hora.
Aquella misma, noche ocurrió lo mismo: los ruidos en los arbustos,
la sombra frente a mi ventana pero, esta vez justo al golpe de la ventana,
apareció una nota,
Me sorprendí un poco y empecé a leer la nota:
- Mi amor, todos los días pienso en
ti. Solo con verte sé que pronto estaremos juntos.
Mi princesa, te espero mañana en
la puerta del comedor a las cuatro y media. No faltes. Me veras muy pronto,
Tu amado.
Empecé a asustarme por momentos y, cuando me asomé, ya no
estaba. Al día siguiente, salí del instituto a las dos y cuarto. Este horario
me permitía arreglarme un poco para ver a esa persona que se había enamorado de
mi y así ver si a mi también me gustaba.
Llegó la hora, y allí estaba yo, con mi vestido de Zara y me
maquillaje perfecto y…
¡No me lo podía creer! ¿Qué hacía él aquí y cómo podía estar
enamorado de mí?
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