¿Qué es un final? ¿Qué significan esas cinco letras que a
veces tanto pueden asustar o desconcertar?
Pueden representar la última página de un buen libro o la
última escena de una maravillosa película. A nadie le gustan los finales
tristes en estos casos, porque muere un personaje que apreciábamos, porque la
historia de amor podría haber terminado mejor o porque el antagonista logra una
victoria que no merecía, entre muchos otros finales desoladores. Sin embargo, a
veces desechamos los finales felices por ser tópicos y predecibles, echando en
falta una hermosa moraleja o un detalle emotivo que ensalce el final.
Pero, ¿qué ocurre al hablar de los finales que influyen en
nuestras vidas? Una despedida, un cambio transcendental, el fin de una etapa…
en estas circunstancias, directamente, no queremos que ni siquiera lleguen.
Tendemos a ponernos en lo peor y a retrasarlo. Por suerte, al llegar cada
conclusión, suele ser algo más inesperado.
¿Una conclusión? Aceptemos los finales, sean como sean,
porque son sinónimo de que empieza algo mucho mejor o de que hemos cumplido
nuestros propósitos. No debemos esperar el final más feliz, sino el mejor, el
que nos enseñe y no se pierda en el tiempo.
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