viernes, 10 de diciembre de 2010

"La papelera 2" de Coral Rivas

Me quité aquel incómodo pijama y abrace fuerte a mi amada, a mi fiel acompañante, sentía como ella me abrazaba aunque sus brazos y piernas brillaban por su ausencia... me gustaba mirarla a sus bellísimos ojos azules y a su constante sonrisa color carmín.
Me puse un uniforme que encontré en el armario, empezaría una nueva vida vestido de jardinero, y sabia que mi amada nunca me dejaría...
Salí tímidamente aquella cabaña en la que había vivido durante seis largos meses, aun tenia la llave en mi bolsillo, ya me había olvidado de que estaba allí, la mire con el ceño fruncido y la di un beso. vi una fuente y fui corriendo a beber, hacia tanto tiempo que no bebía un agua tan rica... me quede mirando pasmado el agua y vi mi reflejo ¡cuanto había cambiado! Tenia el pelo mas largo y mas cano y tenia una larga barba, pensé que así nadie sabría que soy yo, me sentí libre. Volví a la cabaña y metí a mi fiel compañera de ojos azules en mi mochila, la introduje delicadamente y deje su cabeza fuera pera que pudiese respirar. Comencé a andar por la avenida y no se por qué la gente me miraba... ¿ seria por mi amada? Sentía celos, pensé que ella me querría cambiar por alguno de aquellos aseados casanova que no paraban de mirar, hasta las mujeres y los niños la miraban y la señalaban con el dedo, me dirigí a una explanada en la que me senté con ella, ella me miraba con su eterna sonrisa en la cara ¿se reiría de mi? Otra virtud de mi amada es que casi no habla nunca ella es muchísimo mejor que mi antigua mujer, a ella no le importa si llevo barba larga o si no me cuido me quiere tal como soy, la pregunte que si sentía algo por mi que si se vendría conmigo hasta el fin del mundo y una dulce voz que retumbo en mi cabeza me respondió que si. Me amaba, y yo a ella. Me levante y seguí caminando hasta que mis pies no pudieron seguir, acabe en una playa de arenas blancas hacia una noche preciosa y no había nadie por allí. Me metí al agua con mi amada, estábamos tumbados sobre el mar y la lleve a la orilla cuando me decidí a besarla por primara vez ¡ ya no estaba! Su cara angelical ya no estaba sus bellos ojos azules y su constante sonrisa NADA se esfumo al igual que mi otra mujer, me senté en la orilla apenado, mi única compañía durante aquellos meses tan largos me había dejado, aunque no entendí  por qué, lo había hecho...
Abatido fui a mi mugrienta cabaña a pasar la noche, no consequi dormir nada, necesitaba de ella, pero ya no estaba... 

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