jueves, 15 de marzo de 2018

"En Granada" de Javier Sanz



Mi experiencia de finales del verano de 2017 fue agotadora, asistí a un campamento de natación de alto rendimiento, en Granada.
Nada más llegar, tras haber pasado seis horas en autobús, nos alojamos, y tras una charla de introducción y una vuelta por las inmensas instalaciones, fuimos directos a los vestuarios para recibir el primer entrenamiento, el cual estuvo muy bien.
La estancia no fue muy larga, pero sí lo suficientemente intensa como para estar exhausto el segundo día, a pesar de que fueron clases técnicas y físicas. Había un ambiente andaluz que me ocasionaba risas cada minuto, y también una comida exquisita.
Creo que fue en el tercer día en el que vimos la vuelta ciclista pasar justo por donde nos habíamos instalado. No le dimos gran importancia, hasta que llegaron unos desconocidos y cambiaron el canal que estabamos viendo en la tele al de la vuelta, y pasados cinco minutos se fueron corriendo al exterior, lo cual agradecí. Aquel mismo día hicimos una pequeña excursión a un lugar parecido a un parque de atracciones, nos dividimos en dos grupos y al mio le tocaron unos coches para dos personas sujetos a uno raíles, pasado un tiempo cambiamos los grupos, esta vez teníamos unos monopatines y una pista con obstáculos.
Ya en la habitación, cuando decidí asomarme por la ventana, vi algo parecido a lo que en las pelis de miedo es humo. Resulta que las nubes que estaban iluminadas por unos focos, estaban subiendo por la montaña creando una imagen espectacular.
El último día después de desayunar, recibimos nuestro último entrenamiento y nos despedimos del equipo técnico en el hall principal.

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