Eso sí que eran buenos tiempos. Nuestras mayores preocupaciones eran, por ejemplo, no saber en qué esquina del folio dibujar el Sol. Celebrar nuestros cumpleaños a lo grande, dormirnos en el sofá y despertarnos en la cama, los punzones que utilizábamos para recortar nuestras obras de arte...
Las pocas heridas que teníamos estaban en las rodillas, no en el corazón, ¿y qué me decís de dormir nueve preciosas horas y no tener exámenes? Cualquiera diría que fue ayer, pero míranos, cada vez crecemos más rápido y el tiempo pasa sin darnos cuenta. Lo peor que podía pasarnos era que no nos gustase mucho el regalo del Happy Meal, no teníamos que preocuparnos de ningún problema ya que no teníamos, y como bien dicen, mayor es tu felicidad cuanto mayor es tu ignorancia. Ser siempre el centro de atención en las comidas familiares era más que una rutina, y esos enfados tontos por no querer comernos las verduras nunca cesaban.
La inflexible amistad que podíamos tener con nuestros amigos mejor ni mencionarla; pasarse los recreos jugando con los famosos tazos siempre era nuestra mejor opción, pero sin olvidarnos de que en casa nos esperaba el cuardernillo de Rubio como tarea. Y aun así, ahora hemos llegado comprender del todo por qué Peter Pan no quería crecer. ¿Qué ha sido de las tizas y de esperar con ansia a los Reyes Magos? Eso sí que eran buenos tiempos.
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