martes, 30 de abril de 2019

"La sombra" de Giorgio Venturini


Julián era una persona vivaracha, de tez morena y de facciones afiladas, siempre me había parecido un elfo con esas orejas alargadas. Él era quien me mantenía vivo, pero él no se daba cuenta de que existía, ni siquiera de lo tanto que lo quería. Cuando la luz se desvanecía, en colores cálidos y vívidos, dejaba de existir, me iba con la luz a un lugar del que no volvía hasta que amanecía.

Hasta que un día…

Aparecí a su lado, pero no estaba en casa, sino en el coche, tosiendo y encogido de dolor, su madre iba conduciendo frenéticamente con la cara llena de angustia. Su padre, en cambio, iba atrás con Julián, con su cabeza apoyada en su regazo hablándole con cariño y cuidándole.

La luz del quirófano iluminaba el cuerpo dormido de Julián, los cirujanos y las enfermeras estaban operándole de urgencia con rapidez y soltura. - Todo va a salir bien – pensé con el corazón encogido de tristeza deseando poder abrazarlo.

Estuvo tres semanas en el hospital, varias enfermeras venían cada día a atender sus necesidades, pero había una en particular que se notaba que a Julián le hacía feliz. Siempre que venía, depende del tiempo que tenía, le contaba un chiste o una historia, cuando terminaba, la cara de Julián se colmaba con una sonrisa preciosa rematada con unos ojos azul cielo. Él, cuando se aburría, miraba por la ventana, deseando volver a salir afuera una vez más, deseando tocar la hierba recién regada con sus pies descalzos, deseando volver a ver a sus amigos ya que ninguno de ellos había venido a visitarlo. Un día, sus latidos empezaron a bajar de frecuencia estrepitosamente, su respiración se volvió más ronca y más lenta. Julián lloraba torpemente, su llanto se interrumpía con dolorosos tosidos, los cuales hacían que llorara con más fuerza debido a la sensación de ahogo. Pulsaba el botón como un loco gritando como podía para llamar a las enfermeras. Dos de ellas entraron en la sala con oxígeno para llevárselo al quirófano, dónde volvería a ser operado a corazón abierto.

Los médicos se alejaron de la camilla con caras tristes y agotadas tras nueve horas de operación. Una sonrisa tímida debida a la anestesia se asomaba en la pálida cara de Julián, - ni siquiera en los peores momentos se le borraba la sonrisa – pensé con melancolía. Y yo me volvía más y más transparente, hasta que oí un pitido constante, y sin más, desaparecí.

A partir de ahora su sombra le acompañaría para siempre.

miércoles, 24 de abril de 2019

"Querida yo del futuro" de Alejanda García


Querida yo del futuro, me encantaría que cuando llegase tu momento de vivir la vida, pudieses leer esto o tan sólo recordarlo. Cuando llegue tu momento espero que elijas bien a las personas que te rodean porque todas ellas estarán en las situaciones buenas, pero cuando te quieras dar cuenta y estés en un momento malo, la mayoría de esas personas habrán desaparecido.
También me gustaría que supieses que el tiempo vuela y que no estamos aquí para desperdiciarlo, con esto quiero decirte que aproveches todos los momentos al máximo, vivas el presente, dejes atrás el pasado y no pienses en qué harás en un futuro. Aprovecha todas las oportunidades que vengan y exprímelas todo lo que puedas porque todo pasa por algo y al final todo se acaba.
Haz lo que a ti realmente te haga feliz, no hagas las cosas porque los demás te lo digan, hazlo por ti misma. Dedícate tiempo y piensa en ti, preocúpate más por ti misma que por el resto de personas. Quiérete porque nadie te va a querer o dar el tiempo que necesitas, salvo tu misma.
Asume que va a haber seres queridos que en algún momento de tu vida se van a ir y no podrás evitarlo. Las personas se van por una causa o por otra pero las que se van definitivamente…duele, asi que por esto tienes que pasar tiempo con la familia y amigos porque en algún momento se tendrán que ir. Aprende a pasar página aunque cueste porque como te he dicho antes, el tiempo vuela.
Este texto puede estar dirigido a mi yo del futuro de dentro de quince años o tan solo para mi yo de mañana por la tarde. Aprenderás a decir un simple adiós a personas que no te mereces y que necesitas alejarte de ellas, pero de vez en cuando ese adiós no será simple, será complicado, ya que lo mismo a esas personas no las volverás a decir ni un simple hola.
Querida yo del futuro, nunca pierdas la sonrisa, ponte objetivos y trata de cumplirlos. Por último quiero decirte que ojalá esto te sirva, que esto es para ti.
Hasta pronto.

"La plaza" de Lucía Espinosa


El suelo de la plaza estaba lleno de cadáveres. John los veía, pero una fuerza extraña le anclaba al suelo y no le permitía moverse. A su alrededor solo podía ver cadáveres, calculó que se encontraba más o menos en el lugar donde debería estar el árbol de la plaza, pero no lo vio por ninguna parte.  Sus ojos fueron yendo de cadáver en cadáver pasando por los de su mujer, su hermano mayor y su hermanita. Un ser se empezó a acercar a los cadáveres. Tenía unas uñas del tamaño de una katana y parecían igual de afiladas. Su sonrisa iba de oreja a oreja y sus ojos eran negros como el carbón. Lo único que parecía humano en él, era su pelo castaño y  la camiseta y pantalones que vestía. Mientras contemplaba  los cadáveres,  el hermano pequeño de John, Steve, se acercó al ser con lo que parecía un trozo de cristal en la mano. Los ojos del ser se dirigieron hacia el niño pero no se movió. John quería advertirle a su hermanito que se alejara, pero su boca no podía moverse. Steve empezó a gritarle al monstruo con los ojos llenos de lágrimas.
 - ¡John!, ¡John! - dijo el pequeño.
- Estoy aquí, contigo, lo siento- pensó John.
El niño le lanzó aquel cristal a la cara, consiguiendo abrirle una brecha que le atravesaba el ojo derecho, pocos segundos antes de que el ser le cortase el cuello con sus garras.
John quería llorar pero las lágrimas no brotaban, todo lo que más quería del mundo estaba destruido. De repente, el ser se giró hacia John, comenzó a andar hacia él y con un zarpazo cortó a John a la altura del ombligo pero, sorprendentemente, no le dolió. Antes de  que su cuerpo tocase el suelo, oyó las palabras del ser diciendo:
– No podrás escapar de mí.
Después se oyó el ruido de unas ramas romperse y todo se volvió negro.
A la mañana siguiente John se despertó en casa, empapado en  sudor y la cara manchada  de sangre,  supuso que le había sangrado la nariz por el estrés de aquella pesadilla, se levantó corriendo y se dirigió a la plaza donde sucedió todo, aún con el pijama puesto. Al llegar John vió un montó de cadáveres ensangrentados  y se dio cuenta que lo que había presenciado aquella noche no fue una pesadilla. Allí se encontraba el árbol que no vio aquella noche pero esta vez estaba talado irregularmente. El resto del pueblo empezó a salir de sus casas y al llegar a la plaza los gritos y llantos se intensificaron. John fue corriendo a recoger a una señora mayor que acababa de desmayarse.
- ¿Qué te pasa en la cara?- dijo la señora cuando despertó.
Asustado, John fue corriendo a su casa y se miró en el espejo y lo primero que vio fueron sus manos llenas de sangre, al igual que su camiseta y  su cara con una cicatriz que le atravesaba el ojo derecho.

"47" de Alba Amelibia

Empiezo a leer las cartas que me dejaste aquel 28 de febrero.
 Un día enmarcable en mi vida.
 Cartas y una rosa Blanca
 47 cartas encima de mi cama, 47 silencios.
 Esperé tanto
 que mi reloj no marcaba la hora exacta
 ni los minutos ni los segundos fueron contados.
 Tan solo esperé y esperé para solo 47 cartas y ninguna presencia.
 Nadie estaba allí.
 Estaba yo sola entre todas esas cartas sin nadie que las leyera por mí.
Leí sin hablar, mi corazón quería que fuese así y así fue.
 Terminé de leer aquellas.
 Aquellas que prometían amor eterno.
 Que creían en los te quieros y en los hasta siempre.
 En blanco como la rosa que iba acompañada de esas cartas.
 Y seguía sin decir ni una sola palabra.
 Tan solo calleron gotas de mis lagrimosas pupilas.
 Llovía fuerte en la habitación.
 Un mar de lágrimas un océano de mentiras.
 Un sin fin de emociones.

"Porque es así" de Alba Amelibia

Porque es así
 lo digo desde un principio 
no es solo porque sí
 es porque es así
 así de verdad
 no de cuento
 te lo digo de nuevo
 que todo es porque es así
 y el amor vence a todo
 a cada adversidad
 no hay respuesta ninguna
 el amor es eso
 porque es como tiene que ser
 porque es así
 porque tiene que ser así
 no hay otra manera
 no hay una igualdad al amor
 el amor es el mayor valor que existe
 por ser como es porque es así
 así de bonito y eterno
 voces dirán que hay siempre algún que otro desamor
 eso se provoca por el propio amor porque es así
 no podemos combatir contra él
 porque siempre saldrá ganando
 porque el amor es así y seguirá siendo así
 por el resto de eternidades. 

miércoles, 10 de abril de 2019

"Solos" de Jaime Gala


Marruecos. Todo empezó allí, en la región de Nador. Las mafias, el hambre y el peligro constante  eran simplemente devastadores , no había nada que se pudiera hacer salvo huir, pero ¿jugártela por irte a otro país en el que te rechazaran? Ni de broma pensábamos mi familia y yo, hasta que la mafia nos encontró.
Era un día más o menos tranquilo, mis padres y mi prima Amira y yo, estábamos en casa relajadamente. Ese día habíamos conseguido algo de comida para cenar, cuando oímos gritos en la casa de los vecinos pidiendo ayuda. Inmediatamente mis padres nos llevaron al jardín y nos dijeron que huyéramos, pero esperamos escondidos. Se hizo de noche y seguían sin venir .Y entonces les vi, estaban esposados por unos hombres enmascarados con armas de fuego que les apuntaban a ellos y a mis vecinos. Solo que faltaba la señora Janaan.
 Los mafiosos registraron nuestra casa buscando algo, a nosotros seguramente, sin éxito, por suerte. Entablaron una rápida conversación en otro idioma y empezaron a quemar mi casa y la de mis vecinos. Cuando se estaban marchando, mi padre miro hacia atrás, seguramente mirando nuestra casa por última vez, ese lugar al que hasta hace poco llamaba hogar  ,y nos vio a nosotros. Me miro directamente a los ojos y me dijo con los labios ``Huye´´.
Se lo llevaron, a él y a mi madre. Antes de que   pudiera reaccionar la señora Janaan aparecio detrás nuestra y nos dijo: es hora de decir adiós  a Nador , a este inhóspito lugar; nos vamos a la frontera con España ahora mismo. Yo no me quería ir, mis padres estaban ahí, en algún lugar, pero me cogieron y me montaron en el coche de el señor Kahily la señora Janaan se puso a conducir cosa que me sorprendió, dado que las mujeres no pueden conducir según mi religión, pero no le di demasiadas vueltas, tenía que preocuparme de otras cosas en ese momento como donde estaban mis padres, el agua, la comida , si podríamos pasar al otro lado o no.
A las dos horas de trayecto llegamos a un pueblo fronterizo de la ciudad de Melilla y empecé a ponerme nervioso, pues ninguno teníamos documentación para poder pasar, pero entonces conocimos a Namir, un chaval de unos 16 años , dos mas que yo , que buscaba trabajo en otro sitio y escapar de la crueldad. Le contamos nuestra historia y decidió ayudarnos a cruzar la vaya al otro lado en el próximo salto de esa noche. No fue fácil y no recuerdo mucho pero si que subimos la valla en la que había muchos pinchos y cuchillas  muy afilados. Pudimos bajar al otro lado pero la policía fronteriza nos pillo .Y  ahora estoy aquí , en un barco de traslado a la península Ibérica para decidir que hacen con nosotros. Tenemos un futuro incierto, no estamos todos juntos , hemos sufrido mucho, pero no nos rendiremos hasta conseguirlo.

lunes, 8 de abril de 2019

"El último verano" de Sara Fisac


Estoy cayendo. El viento agita mi pelo y me impide oír nada. Abro los ojos y lo último  que veo antes de sumergirme en el agua, es el cielo. Un cielo de un azul precioso. Caigo al agua y el frío me envuelve, entumece mis brazos y me corta la respiración. El tiempo parece detenerse, no se escucha nada y reina la tranquilidad. Da la impresión de que estoy en otro mundo, un mundo perfecto en el que no hay preocupaciones. Por un instante me quedo quieta, sin poder moverme, pero al momento, todo mi cuerpo se mueve, luchando por salir a la superficie y regresar, como quien despierta de un sueño. Tomo una bocanada de aire fresco y el sol acaricia mi cara. Oigo a las gaviotas y miro hacia arriba buscándolas. En vez de aquellas aves, mis ojos se topan con la cima del acantilado y me pregunto cómo he sido capaz de saltar desde allí. Recuerdo que alguien me dijo alguna vez que el valor no se trata de la ausencia de miedo, sino de la capacidad de hacerle frente. Supongo que tiene razón, y por lo que me viene encima iba a necesitar mucho valor. Suspiro mientras me relajo en el agua y una sensación de nostalgia empieza a invadirme. Es mi último verano, pero no quiero marcharme, me gusta este lugar. Sonrío tristemente mientras observo las nubes, que anuncian cambios. La vida está llena de imprevistos y nunca sabes que te deparará el futuro. Entonces cierro los ojos y empiezo a recordar. Por mi mente pasan imágenes, recuerdos como un tren que no tiene parada. Un hospital, salas de espera, un médico explicando de la manera más suave que no podían hacer nada para ayudarme... Todos se sorprendieron de que me tomase la noticia de una forma tan serena a pesar de mi edad, todo el mundo me compadecía, pero nadie realmente se acercaba a mí para preguntarme cómo me sentía. Lágrimas han comenzado a resbalar por mis mejillas y se mezclan con el mar. Aquí tumbada, flotando en el agua del sabor de mis lamentos, es fácil olvidar la realidad. Una parte de mi ya no tiene fuerzas y me dice que me rinda, pero hay otra que me dice que siga luchando, que aunque ya sepa cuál es mi final no por eso voy a estropear lo que me queda. Y esa es la diferencia que marca a las personas y que las define, su forma de afrontar la vida y lo que ella conlleva. Sí, puede que sea mi último verano, pero también va a ser el verano de mi vida.