Se pasó una hora buscando el calcetín rojo, no lo
encontraba así que decidió mirar en la terraza, en la cocina y en su cuarto,
pero no estaba.
Angustiada por no encontrarlo, decidió como última opción
preguntarle a su madre, esa idea le asustaba dado que siempre que perdía algo la madre la regañaba. La
madre no conocía el paradero del calcetín, pero ella se acordaba de haberlo
visto en alguna parte de la casa.
Ainara al día siguiente fue al colegio sin su calcetín
rojo, ella sabía que sin su calcetín pasaría un mal día y que el examen que
tenía de biología no lo aprobaría. Su mejor amiga, Pilar, la dijo que no se
preocupara, que si se lo sabía iba aprobar con o sin calcetín.
Ainara estuvo días y días buscándolo hasta que lo dejó
por imposible, pasaron semanas, incluso meses y su calcetín preciado no
aparecía, la niña empezó a acostumbrarse a vivir sin esa suerte que le
proporcionaba el calcetín,
Dos años más tarde Ainara y Pilar se graduaron, ya tenían
dieciocho años, Ainara había conseguido por sus propios medios sacar todo
matrícula de honor.
Se sacó la carrera de magisterio en cuatro años y empezó
a dar clase en un colegio a los veintitrés años. Los niños la querían mucho
porque ella siempre los contaba historias, unas de esas historias eran sobre su
calcetín rojo y eran las que más les
gustaban a los niños. Los impactaba que algo tan insignificante como un
calcetín pudiera hacer las cosas que ella les contaba.
Un buen día Ainara llegó a su casa y subió al desván a
buscar unos libros, ella se sorprendió al ver un baúl marrón cerca de la
ventana, como no aguantaba ni un minuto más sin saber lo que contenía , lo
abrió y encontró recuerdos de su infancia: su diario, sus cuentos, su muñeca y
encontró su tesoro más preciado su queridísimo calcetín rojo de la suerte, ésta
al verlo rompió a llorar, sabía que gracias a él había conseguido muchas cosas,
pero que ella también había puesto de su parte en muchas otras.
Al día siguiente se lo llevó al colegio como cuando era
pequeña y se lo enseño a sus alumnos. Estos se sorprendieron al ver que había estado diez años
desaparecido pero aun así ella le seguía teniendo el mismo afecto que cuando se
lo dio su madre por primera vez.
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