Solo quedaban 5 minutos para que sonase la campana que indicaba la libertad. El verano comenzaba en 5 minutos y a todos ésta última hora se nos estaba haciendo eterna. Nuestros pensamientos estaban en otro lugar, en como sería este verano, en los planes y las risas con nuestros amigos. Pensando en estas cosas sonó la campana.
Me dirigí a mi casa, esta tarde iba a quedar con Alex y estaba muy nerviosa, todo tenía que ser perfecto. Llevaba mucho tiempo esperando ese momento. Ya estaba ya muy cerca del cruce de mi casa cuando una voz muy conocida, la de Lucía, me llamó. En ese momento me di la vuelta, todo paso muy rápido. Sentí un dolor muy intenso en todo mi cuerpo, todo estaba rojo y escuchaba muchas voces y sirenas.
Cuando me desperté tenía un recuerdo borroso. Sentía que la cabeza me iba a estallar y unos barbaridad tubos estaban conectados desde mi cuerpo hacia varias máquinas. Poco a poco dejé de ver borroso y vi donde estaba. Tumbada en una cama de sábanas blancas, entre cuatro paredes blancas y con un intenso olor a farmacia. Pocos minutos más tarde entró mi madre a la habitación con un rostro muy apenado, en los ojos se le notaba que había estado llorando bastante.
Y así, mirando por esta ventana, disfruté de mi último verano. Rodeada de mi familia y en una triste habitación de hospital, nada parecido a todas esas ilusiones que me había hecho antes de que sonase la campana.