domingo, 1 de diciembre de 2013

"Hola. Te he traído flores" de Ana Baratas

   Era una tarde como otra cualquiera, el típico domingo un tanto nublado, al igual que mi cabeza. Me encontraba sola para un lugar tan grande aunque tampoco solía venir mucha gente. Siempre encontraba hueco para él, para venir a verle. Afuera el tráfico y el ruido quedaba amortiguado por mis pensamientos, tantos nombres escritos en piedra me confundían. Después de todo lo que había pasado en estos últimos días era inevitable pensar que se había ido, que nunca volvería a verle. Ya no había motivo alguno para preocuparse, mi conciencia estaba tranquila. Me fue imposible no mirar allí arriba, mis ojos se volvieron húmedos como el ambiente, pero no serviría de nada, no iba a volver, era perder el tiempo. Tarde o temprano nos damos cuenta de que no todo es como nosotros queremos, más de uno desearía no estar allí pero la vida es así de cruel con todos, al fin y al cabo no podemos elegir. ¿La suerte? Demasiada fe puse en ella. El saber que él siempre estuvo ahí solo hacía que doliera más, necesitaba su ayuda para seguir adelante. Mientras haya vida hay esperanza, sí, pero hay ocasiones en las que esta toma decisiones por sí sola, y como bien dicen, el mayor dolor fue y será siempre no poder dar amor a quien se ama, y con más razón si no está a tu alcance.

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