No consigo recapitular la despedida
con mi madre, me separaron de ella poco después de nacer. Mientras me asenté
varias semanas en una jaula con un tamaño reducido al mío.
Ya adulta, un día desperté aturdida en
un pequeño cuarto gris, con una sola puerta y manchas de sangre por todas las
paredes y el suelo. Al intentar moverme siento un fuerte dolor en las
costillas, esta amoratado. A mi derecha en la arrinconada esquina vi a un
compañero tumbado en el frío suelo y rodeado de un charco denso y rojo. Me
acerqué como puede y vi que tenía una larga y profunda raja entorno al cuello.
Después, me levanté e intenté salir de ahí, pero la puerta estaba cerrada.
Minutos después, se escucharon pasos acercándose rápidamente y el chirrido
espantoso del pomo de la puerta mientras pivotaba a la izquierda. Accedió al
interior del cuarto y no hizo nada por mi compañero solo miro con mala cara y
me agarró. Luego me ató y tiró de mí, me resistía sabía que no me esperaba nada
bueno tras la puerta, y llena de agobio y ansiedad me disparo en la frente con
una sustancia que me mareo, pero no lo suficiente, era como si quisiera verme
sufrir solo con mirarme. Me desplazó a través de un corredor con barras frías
de metal a los lados y en el cual al final me engancharon del pie y me colgaron
boca a bajo como si fuera un saco. La máquina que sostenía el gancho provocó el
movimiento que me transportó a otra sala con un olor muy fuerte a muerte y
encharcada de sangre. Aun consciente se acercó a mi con una sonrisa en la cara
y comenzó a cortarme las patas. Me desangraba y hacía ruidos de dolor, pero
nada, la maquina seguía moviéndose.
Aun viva resigno de dolor y con los
ojos entreabiertos y con mi ultimo aliento, vi como una larga y afilada hoja de
hierro pasó atravesando mi cuello. Pero todos preferimos estar muertos antes q
pasar por esto.
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