domingo, 5 de mayo de 2019

"A través del tiempo" de Alex Díaz


Me levanto y me miro al espejo. Una pequeña cicatriz adorna mi frente transmitiéndome al mismo tiempo infinidad de sentimientos. Me recuerda que tengo que luchar para cumplir un objetivo especial. “Salvar miles de vidas”.
Todo comenzó una mañana. Soy espía y me habían encomendado una tarea muy importante: revisar un laboratorio desconocido y las pruebas que en él se estaban realizando.
Esa mañana me tocaba entrar. Abrí la puerta de la entrada trasera y, tras cruzar una serie de pasillos, encontré justo lo que estaba buscando.
Exactamente en el centro de una sala cuadrada había una especie de cápsula rodeada de muchísimos cables, donde podía caber una persona. Me acerqué, deseoso de averiguar lo que era y estuve a punto de gritar de la ilusión.
Acababa de descubrir que en un laboratorio no muy grande y desconocido, estaban inventando una máquina del tiempo. No había nadie, ni siquiera cámaras de seguridad. Decidí entrar en el ordenador del mismo y buscar todos los archivos que estuviesen relacionados con la máquina. Llegué a la conclusión de que todavía no funcionaba. Volví a acercarme al maravilloso invento y me introduje solamente para comprobar si de verdad cabía en ella.
En ese momento sucedió algo que para nada esperaba. La máquina se encendió. Empecé a gritar, pero nadie acudió en mi ayuda. Todo comenzó a brillar y a temblar con mucha intensidad, lo que me obligó a cerrar los ojos y cuando los abrí, me sangraba la frente y vi que había aparecido en una ciudad que se asemejaba  a Nueva york, pero mucho más moderna.
Había proyecciones en el  cielo por todos lados que enseñaban unas escenas horribles. La gente se congregaba entristecida alrededor de las pantallas. Tardé unos minutos en descubrir que se trataba de un homenaje. Me concentré un poco más en escuchar la voz de la proyección y descubrí que hablaba de una guerra en el 2096. Un enfrentamiento de pobres contra ricos, que terminaría con el lanzamiento de múltiples bombas atómicas. Finalmente habló de la destrucción total de tres cuartas partes del planeta.
En ese momento comprendí todo. Había viajado al futuro y estaban homenajeando a todas las personas que habían muerto en la Tercera Guerra Mundial. Las gotas de sangre continuaban cayéndome por la frente y decidí irme de allí cuanto antes. Me dirigí hacia la máquina del tiempo, que había viajado conmigo y conseguí apañármelas para teclear la fecha a la que quería regresar. Por segunda vez, comenzó a temblar y a brillar con la misma intensidad. Al abrir los ojos estaba de vuelta al laboratorio, que continuaba vacío.
Avancé través de los pasillos y llegué a la puerta trasera. Me metí en el coche para conducir directo hacia mi casa. Una vez allí me dispuse a curarme la herida que tenía en la frente. La desinfecté, pero era profunda y me dejó una cicatriz, que recordaría durante toda mi vida y que me daría una causa por la que luchar: Salvar al mundo de la III Guerra Mundial.

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