Fuimos el día nueve de octubre, salí del colegio y me fui a mi casa corriendo a cambiarme. Me puse una camiseta verde un pantalón de chándal azul marino y mis deportivas azules que me compré la semana pasada. Viajamos hasta allí en AVE(Alta Velocidad Española).El viaje duró aproximadamente dos horas. Y durante el viaje me di cuenta de que había un reloj digital que no solo marcaba la hora, si no también la velocidad, e íbamos a 275km/h. ¡Increíble! Cuando llegamos a la estación de trenes de Córdoba tuvimos que esperar una larga fila para poder coger un taxi que nos llevase al hotel San Miguel. Me di cuenta de que eran unas calles estrechas e irregulares. Cuando entramos en el hotel lo que me sorprendió nada más entrar fue un patio que tenían con muchos tipos de plantas, con suelo de mármol y sillas de metal. Entramos en recepción para coger la llave de nuestra habitación asignada, que era la cinco. Nada más entrar, en la habitación, vi que había dos camas a mi izquierda y a mi derecha un gran armario de madera empotrado en la pared. Al girar la esquina del armario vi otras dos camas que estaban separadas por una mesilla de noche. Y, en esta esquina al mirar en dirección a las camas de la entrada vi la puerta del baño y entré. Era un baño muy largo en el que había un lavabo, un vidé, un water y una gran y espaciosa ducha. Después salimos a la calle a comernos un bocadillo de tortilla francesa que nos habíamos preparado antes. Después regresamos al hotel, vaciamos las maletas, nos pusimos el pijama y nos dormimos cada uno en la cama que había elegido. Al día siguiente nos fuimos a ver el casco histórico de Córdoba.
Para desayunar me tomé mi primera tosta con salmorejo, que es una salsa un poco pringosa hecha de sal y ajo básicamente y eso lo desayuné todos los días que pude. Lo primero que hicimos después de desayunar fue ir a ver la mezquita, que no sé si deberían llamarla así porque los exteriores eran barrocos, luego una mezquita gigante y asombrosa y en todo el centro una catedral, luego un largo y espacioso puente romano que también lo vimos desde un alto mirador y al final fuimos a ver el palacio episcopal.
El domingo por la mañana fuimos a ver las caballerizas reales en la que por casualidad vimos un espectáculo de hípica, había personas montando de lado, caballos que sólo andaban sobre sus patas traseras montados por jinetes y muchas cosas más. Luego fuimos a ver una sinagoga, que básicamente eran cuatro paredes lisas y sin dibujos, solo con algunos escritos que después de haber visto la gran mezquita el día anterior para mi gusto dejó mucho que desear. Por la tarde como estábamos más cansados fuimos a hacer una visita al museo taurino, en donde habían muchas estatuas de toros que parecían de verdad.
El tercer y último día (el lunes) hicimos una visita solo por la mañana del palacio de Viana al que no pudimos entrar porque era muy caro y se podía ver desde fuera, y también vimos los jardines de la Merced en la que se encontraba un plátano de sombra del siglo IV y la plaza de Colón en la que se podía ver una estatua de Colón y los Reyes Católicos. Y al volver al hotel vimos el Círculo de la Amistad, que es un edificio muy antiguo; y luego la plaza de San Miguel.
Volvimos al hotel luego, luego cogimos un taxi, llegamos a la estación, volvimos en el AVE, y al llegar a Colmenar me duché cené y me fui a dormir.