Todo empezó un
día de verano que, estando yo muy aburrida en la piscina de casa, pensé
en cómo podría divertirme. Como no sabía qué hacer, decidí subirme a casa y empecé
a jugar en mi habitación con mis muñecos.
Los coloqué en
fila uno detrás de otro, como si cada uno estuviese sentado en su pupitre. Les repartí
unas hojas y unos mini- lápices y empecé a explicarles las sumas en mi pizarra
borrable.
Realmente esto
era lo que más me divertía. Me pasé así jugando a esto el resto de la tarde.
Durante el
verano repetía este juego casi todos los días. Incluso me llamaban para bajar a
la piscina y alguna vez, prefería quedarme en casa jugando.
Disfrutaba
mucho. Yo misma me encargaba de hacer a cada alumno sus exámenes según las lecciones
que dábamos, luego los hacía y me encargaba yo personalmente de corregirlos y
ponerles la nota según lo habían hecho.
Durante el
curso pasado, me fijaba detalladamente en todo lo que hacían los profesores,
cómo, corregían, cuáles eran los castigos, su forma de ser, etcétera e
intentaba imitarlos.
También me
encargaba de hacerles los cuadernos de cada asignatura que tenían como de Lengua,
Matemáticas…
Les hacía
juegos y concursos para que las clases fueran más amenas, no cansaran tanto, y
fueran tan aburridas y que los alumnos, al final no atendieran y estuvieran en
su mundo.
Las agendas
también las hacía yo a mano, y estaban personalizadas. Ponían los días de todo
el curso y dejaba un espacio para los deberes, había un espacio al principio de
la agenda, especialmente, para las comunicaciones de familias para el profesor
y para las familias.
Algunas veces,
cuando hacíamos concursos en grupo, les ponía pegatinas en las agendas.
Como mi
cumpleaños era en verano, les pedí a mis padres que si me podían regalar un
cuaderno de profesor para apuntar las calificaciones de cada alumno, las
reuniones, tutorías con los padres y las fichas de cada alumno.
Yo me encargaba
de hacer el horario de mi tutoría y de las demás clases y por supuesto, el mío.
Los alumnos de
mi tutoría se llaman Álex, que tiene seis años, Marta, que tiene seis para
siete, Alicia, tiene seis años, Pablo, que tiene siete recién cumplidos, Paula,
con seis años y Miguel, con siete años.
Después daba
clases a alumnos de esa misma edad y luego también de cuatro años y cinco años,
bajaba abajo del edificio a las clases de Infantil a darles clases.
Por eso, mi
ilusión sería ser profesora tanto de Educación Infantil como de Educación Primaria.
Quiero hacer el Doble Grado en Educación Infantil y Educación Primaria en la Facultad
de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene
muy buena reputación, desde mi punto de vista, y me pillaría muy cerca de mi casa.
Por eso, decidí
en firme que de mayor quería ser
profesora.
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