Aún me acuerdo de aquella vez en la que estaba mirando por mi
ventana aburrido porque mi padre no me dejaba salir, ya que, estaba castigado
por lo típico de no bajar la ropa sucia.
Lo único que me apetecía en ese momento era salir con mis amigos, ni jugar a la
consola, ni ver la televisión, ni nada que me hiciese pasar el rato. De repente
me entraron ganas de escribir, y como un loco, así que cogí aquel ordenador
portátil del año de la polca que tenía guardo debajo de la cama y empecé con un
Word y una letrita tamaño once, la cual me costaba ver y me obligaba a
posicionar el cuello hacia delante. No se me ocurrió otra cosa que escribir un
relato de terror, pero hasta de escribir cosas tan siniestras empecé a oír
ruidos muy raros al lado de la puerta de la habitación. En ese momento me entró
un escalofrío por el cuerpo y deje de escuchar el sonido de las teclas del
ordenador ya que se me habían bloqueado las manos, en cuanto recuperé la
movilidad de ellas, mis manos pálidas y frías, de inmediato cerré el Word y me
puse a mirar cosas por Internet pero me aburría, y, sinceramente había cogido
el gusto de escribir, así que intenté olvidar lo ocurrido y volví otra vez a
escribir cosas siniestras, pero, en cuanto toqué una tecla, un ruido sonó
detrás mía, y ni me quise dar la vuelta.
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