Era una tarde normal, como cualquier otra; los rayos de luz atravesaron la ventana y se despertó tras una cálida y duradera siesta. Llenó de libros su maleta, también fotos y alguna que otra camiseta, decidió cambiar, que todo fuese distinto, estaba cansada de aquella rutina diaria que no cambiaba. Un día tras otro, pasaban los días y todos eran iguales, nada había cambiado desde aquel accidente.
Era un jueves, un jueves como otro cualquiera; llegaba tarde al trabajo y subió a un vagón, eran las 7:30 de aquella fría y oscura mañana. Todo parecía normal, pero cinco minutos después un hombre de mediana edad se bajó dejándose su mochila bajo el asiento, nadie le avisó ¿Por qué lo debería hacer yo?, pensó. A las 7:36 estaban llegando a la estación de Atocha, ella estaba nerviosa ya que llegaba 10 minutos tarde a trabajar. Se escuchó un ruido raro en una de las mochilas de aquel vagón, y no muy lejos de ella explotó la primera bomba de esa mañana, y así hasta llegar a la cuarta. Solo se escuchaban gritos, pero ella por suerte solo estaba herida y como ella unos 1800 más.
Cogió su maleta silenciosamente, levantándola para hacer el mínimo ruido posible, abrió la puerta y se fue.
Era un jueves, un jueves como otro cualquiera; llegaba tarde al trabajo y subió a un vagón, eran las 7:30 de aquella fría y oscura mañana. Todo parecía normal, pero cinco minutos después un hombre de mediana edad se bajó dejándose su mochila bajo el asiento, nadie le avisó ¿Por qué lo debería hacer yo?, pensó. A las 7:36 estaban llegando a la estación de Atocha, ella estaba nerviosa ya que llegaba 10 minutos tarde a trabajar. Se escuchó un ruido raro en una de las mochilas de aquel vagón, y no muy lejos de ella explotó la primera bomba de esa mañana, y así hasta llegar a la cuarta. Solo se escuchaban gritos, pero ella por suerte solo estaba herida y como ella unos 1800 más.
Cogió su maleta silenciosamente, levantándola para hacer el mínimo ruido posible, abrió la puerta y se fue.