Habíamos quedado toda la familia, íbamos a ir al campo a dar una vuelta, sería muy divertido. Estábamos ya todos en el parking y decidimos comenzar nuestra excursión. Era otoño y todo estaba lleno de setas. Empezamos a andar, pero no pasó mucho tiempo cuando nos dimos cuenta de que mi padre había desaparecido. Los móviles no tenían cobertura y los gritos ya no se oían. Nos separamos en grupos de unas cinco personas. Pasó una buen rato y los grupos nos íbamos comunicando cada poco tiempo. Hasta que uno aviso, le habían encontrado. Se había dormido al lado del río en el solecito. Decidimos volver a la ciudad y terminar el día haciendo un poco de turismo. Así fue cómo mi padre aprendió que uno no se puede despistar del grupo y menos si vas por el campo.
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