No os podéis ni imaginar la ilusión que me hace que de repente un viernes a la salida del colegio me digan que nos vamos al pueblo de la abuela; solo con eso ya pienso en lo bien que me lo voy a pasar. El pueblo está a unos 150 kilómetros, pero en el coche se pasa rápido.Cuando llego siempre voy a ver a mis tíos que tienen una huerta, con todo lo que te puedas imaginar, desde verduras y frutas hasta conejos y gallinas. Me encanta, porque es un ambiente muy rural, cosa que no estoy acostumbrado a ver; a veces les ayudo a regar o a recolectar la cosecha, que luego a la cazuela esta todo riquísimo. Después de ver a mis tíos, voy a ver a mis amigos, con los que me divierto y juego todo el día. Como el pueblo es pequeño, podemos ir con mucha libertad y nos lo recorremos todo en un abrir y cerrar de ojos. Pero, sin duda, lo que más me gusta del pueblo es el encanto que tiene al llegar la noche, ya que se ve todo el cielo lleno de estrellas. Por esto, y por muchas cosas más, me encanta el pueblo de mi abuela.
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