Mis abuelos cumplían 50 años de casados y mis padres y tíos decidieron realizar un viaje secreto para celebrarlo. Este consistía en hacerles creer que solo ellos iban a viajar a Roma pero en el aeropuerto les sorprederíamos toda la familia. Mis padres se encargaron de planificar el viaje de mis abuelos mientras que mis tíos planificaban el vuelo y el hotel. Todo parecía correcto hasta que de repente los trabajadores se pusieron en huelga. Mis tíos se volvieron locos al igual que mis padres ya que tenían miedo de que el plan saliera mal. Estuvieron día y noche hasta que después de unos días de incertidumbre encontraron el vuelo perfecto. Tal fue la alegría que casi se les escapa delante de los abuelos. Pasada una semana llegó aquel sufrido pero esperado día. Mis abuelos salieron de su casa con las maletas rumbo al aeropuerto de Málaga. Mientras tanto mis tíos y padres controlaban que todo estuviera en orden. Una vez mis abuelo habían llegado al aeropuerto llamaron a mis padres, que anteriormente se lo pidieron para saber que habían llegado a salvo. Esta llamada significaba que el plan se ponía en marcha. Salimos todos rápidamente en dirección al aeropuerto pero con mucha calma ya que un paso en falso nos podría delatar. Ya llegados vimos a mis abuelos sentados en un bar. Decidimos ir por el otro lado para no ser descubiertos y así poder dejar las maletas. Cuando faltaban menos de 30 minutos para embarcar les dimos la gran sorpresa. Se emocionaron tanto que casi se ponen a llorar de alegría. ¡Ya lo habíamos conseguido! Pero nos teníamos que dar prisa porque si no perdíamos el vuelo. Finalmente lo cogimos con éxito y pasamos una gran estancia en Roma. No solo fue una gran experiencia para mí si no que para mis abuelos ya que no se lo esperaron para nada.
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