Como todos los lunes, Sietelta estaba en la escuela,
aprendiendo a plasmarse en el papel. Ella solo podía estar pensando en que el
Sábado cumpliría ocho unidades y se tendría que cambiar de nombre, tiene tantas
opciones: Ochua, Ocholda, Ochanna, Ochaddy, Ochánica... Pero lo más importante
iba a ser su cálculo, normalmente los padres solo compran una unidad y un signo
más, todo eso les cuesta más o menos 30=, el igual es la moneda de aquí, y son
muy preciados; otro padres más adinerados compran dos o tres unidades ya que
sus hijos quieren ser ya mayores, pero esos números están muy malcriados. Sietelta
quiere ser ya mayor y poder operar con otros chicos, pero no tiene dos unidades
todavía.
Hoy es sábado y está en casa de su abuelo “Noventrocho”,
tiene ya noventa y ocho unidades y es muy sabio. Siempre le da consejos de la
vida numeral y que tiene que vivir el momento de cada unidad. Hoy ha sacado
Sietelta el tema de su unidad y de que ya quiere ser mayor, Noventrocho tan inteligente
le dice: “Xk yl gd bjxgz gj dczc e´zutkzoz, ñdfl ajd xdñzx ajd yl nzh uzfenz
zgfzx.” En numeral antiguo significa: “Si no te gusta tu unidad multiplícala,
pero que sepas que no hay marcha atrás.” En ese momento saca una caja con un
signo de multiplicar y la pequeña Sietelta se lo agradece enormemente. Ella
decide irse a la imprenta para multiplicarse, además del signo de multiplicar
le entregó 40= para comprarse un multiticado, son números inertes para
multiplicarse, ella eligió el multiticado 2, se plasmó como había aprendido en
la escuela y le entregó al dependiente su signo de multiplicar y el multiticado,
tras un par de segundos calculándose se convirtió en un 14. El dependiente le
preguntó cómo se llamaría ahora y pensativa le dijo Cartorciaula. El
dependiente hizo todo el papeleo y Sietel perdón, Catorciaula se fue a casa.
Han pasado 26 unidades, La que era Catorciaula ahora se
llama Cuarentana, tiene cuarenta unidades y está con un muchacho de 42 llamado
Cuarenjuanjuan. Llevan siendo pareja 5 unidades y han estado ahorrando para
poder tener hijos. Para ello necesitan una barra de descomposición, cada una
cuesta 100= y necesitan dos para conseguir comunes entre ambos. Ya han reunido
todo el dinero y se dirigen a la imprenta en la que Cuarentana confía, es en la
que se multiplicó a las siete unidades y desde entonces siempre va allí. Están
listos para descomponerse y el operario se pone manos a la barra:
40 2 42
2 comunes: 23
20 2 12
2 hijos: 8
10 2 6 2
5 5 3 3
1 1
La pareja al enterarse de la noticia no se lo creía,
tienen 8 hijos de una unidad cada uno.
La familia era feliz pero un día tembló el pueblo, por el
extremo se podía ver una masa rosa gigante, soltaba cuerdas al deslizarse y
aunque los números huían llegaron al final del pueblo, no se podía avanzar más?
La aquella masa les aplastó al mismo tiempo que les deshacía, la pobre madre
lloraba mientras que les decía a sus hijos: “yl ñdyx´d ajd ñzxzf´kz dxgl, ñdfl
jyz bluz ylx dxg´z tlffzycl, lx ajkdf” En numeral antiguo significa: “No pensé
que pasaría esto, pero una goma nos está borrando, os quier” En ese momento
todos fueron borrados, nadie existía y sonó una campana, la de n¡el colegio de
ese niño que en clase de matemáticas crea historias de números, para después
eliminarles como si nunca hubiesen existido.
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