Hace dos veranos, yo y mi familia fuimos a
Francia y estuvimos allí por cuatro días, los cuales fueron intensos y
agotadores. Nos alojamos en un hotel situado en el centro de París, y os puedo
asegurar que es una ciudad muy activa y llena de vida.
Visitamos la Torre Eiffel, pero primero
tuvimos que esperar una larga cola en la que había algunas encuestas y
aspersores de agua, ya que era un caluroso día de verano. Desde lo más alto se
veía el Campo de Marte y las diminutas casas al otro lado del río Sena, y a sus
pies se apreciaban las grandes dimensiones de la torre.
Ese mismo día fuimos por el Sena en barco y
dimos un paseo por París. De noche es una bella ciudad iluminada, pero cierto
es que la Torre Eiffel se asemeja a un faro en cuanto la iluminación por sus
focos giratorios.
Un consejo por si deseas visitar el museo del
Louvre sin antes esperar horas, es que debes coger las entradas en una máquina
situada a aproximadamente doscientos metros, parece algo absurdo, pero la
mayoría de las personas no saben que existe esa posibilidad y se pasan horas
esperando.
París, como otras grandes ciudades del norte
de Europa, no es un lugar excepcinalmente barato, y mucho menos si quieres
conseguir un helado en el interior de una tienda como yo quería, pero no sabía
esto y nos pilló de sorpresa la cuenta.
Tanto los franceses como francesas son muy
educados, lo que aquí en España se conoce como superfluo.
Recomiendo la visita a esta ciudad a parte de
ser una de las más visitadas, por su belleza y ambiente, también su cultura
recogida en los museos y calles la hacen una ciudad extraordinaria.
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