Normalmente salgo del
colegio a la tres de la tarde y vuelvo a casa dando un paseo. Tardo cinco
minutos y espero a mi madre haciendo la tarea. Pero ese día algo llegó antes
que mi madre. Empecé a oír mucho ruido y de repente, una gran explosión y el
grito desgarrador de una mujer me helaron la sangre. Me quedé unos segundos
inmóvil pensando que podría haber pasado. Me dirigí a la ventana y apartando
con mi mano temblorosa la cortina y asomando solo media cara, observé como la
casa de enfrente se elevaba como si de magia se tratara. Noté un escalofrío
recorriéndome la espalda y una sensación de impotencia, pero sobre todo
preocupación por no saber donde estaba mi madre. Sin tiempo de reaccionar, los
cristales de la ventana estallaron y una gran corriente de aire me lanzó contra
la pared opuesta de mi habitación. Me quede unos instantes aturdido, casi sin
conocimiento. Entonces oí que alguien gritaba mi nombre, miré en varias
direcciones. Entonces vi a Tom, mi vecino, quien se percató de que estaba
demasiado asustado para siquiera darme cuenta de que un trozo de cristal de la
ventana atravesaba mi pierna.
Me llevó a su casa donde
tenía un cuarto, que yo no conocía, en el había una escalera que parecía
infinita. Bajamos por ella y descubrí un pequeño bunker que habian construido. ¡Allí
estabamos seguros!
Pasado el peligro
comencé a notar un intenso dolor en la pierna. Tom me extrajo con cuidado el trozo de cristal que tenía clavado y me
vendó la pierna con fuerza. El dolor no disminuyó pero dejó de sangrar. Le
pregunté qué es lo que había pasado, por qué salió la casa volando, y él me
explicó que era un tornado y que pasaría pronto, y así fué.
Pasados unos 30 minutos,
que fueron los mas largos de mi vida, el ruido comenzó a disminuir y nos
decidimos a salir del bunker. Todo estaba destrozado. Vimos casas destruidas,
la mayoría de los tejados estaban rotos y habia varios coches amontonados al
final de la calle.
Lo primero que hice fue
llamar a mi madre. Por suerte, el teléfono funcionaba y enseguida lo cogió.
Estaba muy preocupada por mi, al igual que yo por ella. Me contó que el tornado
le había cogido en el supermercado y que bajaron rapidamente al parking que
estaba en el sotano donde estuvieron seguros hasta que todo pasó.
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