viernes, 1 de junio de 2018

"El libro sin retorno (Final) " de Carlos López



Después de una persecución trepidante, vieron unas huellas adentrase en una cueva; presos del pánico decidieron parar un momento para tranquilizarse. 
Alan, que tenía práctica como scout en supervivencia, organizó a todos. 
Dan tendría que preparar una hoguera para poder pasar allí la noche, no perdían la esperanza de encontrar vivo a Kaneki. 

El explorador les dijo que la única solución para encontrarle con vida, estaba entre las páginas del libro de La Montaña Maldita que habían estado leyendo. 

Alan no tenía muy claro que la única solución podía estar en las páginas de un libro que les había dado tantos problemas y tenía miedo que si la historia se volvía trágica, irremediablemente se iban a ver presos de una situación que ya estaba escrita en aquel libro. 

Finalmente decidieron leerlo. 

Como si fuera una pesadilla, el libro hablaba de un explorador perdido y nuevamente los sonidos parecían salir del libro y rodearles; la tarde rápidamente se tiñó de gris oscuro y la oscuridad de la noche les rodeó rápidamente. El viento era cada vez más fuerte, como en la historia del libro. 

La historia continuó con el explorador buscando a la bestia en la cueva de la Montaña Maldita, sólo había una forma de terminar con la bestia: tenían que coger unas semillas de unas enredaderas que estaban en la entrada de la cueva, y hacérselas comer, entonces la bestia desaparecería para siempre. 

Cerraron el libro y fueron corriendo a buscar esas plantas que estaban en la entrada de la cueva, enredándose por todo lo que estaba alrededor, tenían grandes espinas y no era sencillo hacerse con las semillas, pero entre todos lo consiguieron. 

Ahora sólo quedaba lo más difícil. ¿ Cómo conseguirían que la bestia se comiera las semillas? Entraron en la cueva con la antorcha, cada paso que daban era un paso menos para llegar a la guarida de la bestia, el corazón les latía fuertemente, pero su deseo de encontrar a Kaneki era más fuerte que el miedo. 

La bestia estaba dormida y Kaneki, malherido, muy cerca. Le hicieron señales para que no hiciera ruido. Entonces el explorador, como si ya hubiera estado allí antes, se acercó sigilosamente y con mucho cuidado le puso las semillas en la boca a la bestia. 

Entonces ésta abrió los ojos, se puso en pie y aulló como si estuviera herida de muerte. Se desplomó y a la vez desapareció, pero también desapareció el explorador y el libro. 
Los tres amigos se abrazaron y vieron maravillados como Kaneki no tenía ni un rasguño. Decidieron que nunca contarían su aventura y que ese sería su gran secreto. 
Cuando se marcharon del bosque, a lo lejos vieron en otro árbol una mochila igual que la que ellos habían descolgado. Se miraron, sonrieron y salieron rápido de aquel bosque encantado que les había hecho pasar la aventura más increíble de toda su vida. 

FIN. 


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