Marruecos.
Todo empezó allí, en la región de Nador. Las mafias, el hambre y el peligro
constante eran simplemente devastadores
, no había nada que se pudiera hacer salvo huir, pero ¿jugártela por irte a
otro país en el que te rechazaran? Ni de broma pensábamos mi familia y yo,
hasta que la mafia nos encontró.
Era un día más
o menos tranquilo, mis padres y mi prima Amira y yo, estábamos en casa relajadamente.
Ese día habíamos conseguido algo de comida para cenar, cuando oímos gritos en
la casa de los vecinos pidiendo ayuda. Inmediatamente mis padres nos llevaron
al jardín y nos dijeron que huyéramos, pero esperamos escondidos. Se hizo de
noche y seguían sin venir .Y entonces les vi, estaban esposados por unos hombres
enmascarados con armas de fuego que les apuntaban a ellos y a mis vecinos. Solo
que faltaba la señora Janaan.
Los mafiosos registraron nuestra casa buscando
algo, a nosotros seguramente, sin éxito, por suerte. Entablaron una rápida
conversación en otro idioma y empezaron a quemar mi casa y la de mis vecinos.
Cuando se estaban marchando, mi padre miro hacia atrás, seguramente mirando
nuestra casa por última vez, ese lugar al que hasta hace poco llamaba hogar ,y nos vio a nosotros. Me miro directamente a
los ojos y me dijo con los labios ``Huye´´.
Se lo llevaron, a él y a mi
madre. Antes de que pudiera reaccionar
la señora Janaan aparecio detrás nuestra y nos dijo: es hora de decir
adiós a Nador , a este inhóspito lugar; nos vamos a la
frontera con España ahora mismo. Yo no me quería ir, mis padres estaban ahí, en
algún lugar, pero me cogieron y me montaron en el coche de el señor Kahily la
señora Janaan se puso a conducir cosa que me sorprendió, dado que las mujeres
no pueden conducir según mi religión, pero no le di demasiadas vueltas, tenía
que preocuparme de otras cosas en ese momento como donde estaban mis padres, el
agua, la comida , si podríamos pasar al otro lado o no.
A las dos horas
de trayecto llegamos a un pueblo fronterizo de la ciudad de Melilla y empecé a
ponerme nervioso, pues ninguno teníamos documentación para poder pasar, pero
entonces conocimos a Namir, un chaval de unos 16 años , dos mas que yo , que buscaba
trabajo en otro sitio y escapar de la crueldad. Le contamos nuestra historia y decidió
ayudarnos a cruzar la vaya al otro lado en el próximo salto de esa noche. No
fue fácil y no recuerdo mucho pero si que subimos la valla en la que había
muchos pinchos y cuchillas muy afilados.
Pudimos bajar al otro lado pero la policía fronteriza nos pillo .Y ahora estoy aquí , en un barco de traslado a
la península Ibérica para decidir que hacen con nosotros. Tenemos un futuro
incierto, no estamos todos juntos , hemos sufrido mucho, pero no nos rendiremos
hasta conseguirlo.
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