Cuando me desperté en aquella cúbica, fría y escalofriante habitación, no recordaba nada, solo sabía que todo era muy raro. Salí de aquella extraña habitación para enterarme que había pasado y donde estaba. Había mucha gente alrededor de mi y algunas personas con batas blancas, seguí andando y me miré la ropa, llevaba un extraño pijama blanco abierto por detrás, miré alrededor y había algunos niños esparcidos por aquel largo y amplio pasillo, y también llevaban aquella cosa tan extraña puesta. Al rato deduje que era un hospital. Pregunté a un enfermero quien me había llevado, me di una vuelta por el hospital, me parecían kilométricos aquellos largos pasillos. Al llegar miré mi reloj eran las 9:38 de la mañana. Decidí volver a intentar dormirme, me tumbe en la cama, pero al instante llamaron a la puerta. Dije que pasaran, y entró una señora con una bata de color blanco hielo, me dijo que mis padres estaban siendo operados y que la operación terminaría en una hora y cuarto. Al rato entró un señor que vino a ver como estaba y me habló algo de un accidente. Al rato se fue. El tiempo se me pasaba eterno y todavía quedaban 59 minutos, mi padre siempre me decía que la paciencia era la mejor virtud, y lo intenté. Me dormí. Al rato noté una caricia en mi cara, abrí mis ojos y vi a mis padres. Me levanté de un salto. Al rato ya estábamos regresando a casa, pregunté que paso, pero no me respondieron, pero supe desde ese momento que algún día lo terminaría sabiendo.
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